Una tarde bendecida
me diste , amada , una flor,
y de entonces su perfume
embriaga mi corazón.
Era un jazmín blanco y puro
más no tanto como tú ;
emblema de mis ensueños
símbolos de tu vida.
Yo lo conservo en mi pecho
y en el siempre vivirá;
lo han marchitado mis besos
y lo he regado al llorar.
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