Un día en que solo estaba
solo, en mi soledad,
metí la mano en mi bolsillo
buscando nada encontrar,
y una “amiga-ja” de trigo,
olvidada, no por azar,
encontré entre dos hilos
que enredaron mi dedal.
Y, recordé un momento,
no importa cuando
ni en que lugar,
y hallé tu sonrisa picara
y tu mano de amistad,
tu gesto en desafío,
tu franqueza, tu verdad,
y, supe entonces amiga,
que mi sueño fue real,
lo fue, si, por ti,
porque en él tú si estás.
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